Los problemas sociales tienen que ver siempre con los mundos que construimos nosotros mismos en la convivencia. Por ello,
la solución de nuestros problemas sociales depende de la seriedad y del compromiso de nuestro accionar frente a cada circunstancia.
Si bien la actividad de la política consiste en una conversación de ideas orientada a solucionar los problemas de las personas,
todo acto humano, consciente o inconsciente, manifiesta un modo de convivir en la comunidad a la cual pertenecemos y, por ello, de hecho, siempre es un acto político. Es más, hasta el acto cotidiano de comprar el pan, cumplir o no cumplir con un compromiso y manifestar o no las opiniones que uno tiene,
muestra un modo de convivir ciudadano y, por lo tanto, acciones políticas.
Deberíamos ser plenamente conscientes de que viviendo en comunidad, todo lo que hacemos son siempre actos políticos, y de que por medio de ellos, vamos construyendo y conservando las realidades que vivimos en sociedad. Por lo tanto,
es imposible eludir nuestra responsabilidad por nuestro vivir.
Deberíamos preguntarnos si estamos verdaderamente conscientes del modo de convivir que hemos construido y estamos conservando, por medio de nuestros actos políticos cotidianos.
Pregunta Jorge Grispo en su artículo “República tóxica”:
¿entendemos el país en el que vivimos? Si vemos que mientras la mitad de nuestra población es pobre, el costo de la política argentina es pornográfico. Que, ante una desigualdad aberrante, los políticos son incapaces de generar las soluciones necesarias para tener una sociedad mejor, ya que
solo gobiernan para ganar una elección y no para solucionar los problemas de las personas.
Considero que
entender cómo vivimos es tomar consciencia de ese mundo que fue también construido por todos nuestros actos políticos, más allá de los que ejercen o aparentan ejercer la política en nuestro medio.
Coincido con el autor referenciado cuando expresa que “La libertad no vale de mucho si no se tiene un presente que permita vivirla”. Porque es nuestra libertad lo que está en juego.
Si realmente queremos ser democráticos y vivir en libertad habrá que concientizarse de que hay cosas que no pueden seguir como están, pero también, de que
las soluciones están siempre a nuestra mano y son nuestra responsabilidad.
Por ejemplo,
comenzar con prestar atención a aquellos candidatos a representarnos que se manifiesten cotidianamente con acciones políticas, que apuntan al bienestar de todas las personas, sin perjuicio de lo que puedan decir y hacer para intentar ser elegidos.
¡Piensa bien y saldrá bien!