“Madres de”: atender el presente de los hijos, un regalo para su futuro
Acaba de aparecer Madres de, un libro que recoge las historias de personajes argentinos destacados acá y en el mundo, contadas por las madres que los acompañaron en esos caminos.Desfilan, entre otras, las experiencias de criar a Manu Ginóbili, Marcos Galperin, Dibu Martínez, Peque Schwartzman, Esteban Bullrich, Luciana Aymar o Paloma Herrera.


La consigna de las autoras, Emilia Frigerio y Violeta Santamarina, era escribir desde el amor, que las historias contadas reflejaran, sobre todas las cosas, la amorosidad de una familia y el acompañar lleno de felicidad de muchas madres hacia hijos que habían elegido, para sus vidas, caminos difíciles y competitivos y hoy brillaban con merecida luz propia, cada uno en su campo.
Así, Violeta y Emilia, periodistas curiosas, agudas, divertidas, y madres de tres hijos adolescentes cada una, contactaron a quienes formarían el elenco de Madres de, su delicioso libro acerca de las formas de crianza de los hijos de estas mujeres inteligentes y tenaces que los acompañaron en su crecimiento y sus carreras.
La actividad de la hija de Violeta, radicada en USA, jugando tenis para una universidad y enfrentada a esa vida altamente competitiva del deporte, fue, de alguna manera, lo que disparó la mirada de ambas hacia el acompañamiento y soporte que esos chicos necesitan. Las llevó a preguntarse qué es ser una madre, cuál es el valor que le damos a la maternidad y las impulsó a explorar quiénes fueron las mamás de los jóvenes que tanto se destacaron y cómo ellas habían entendido que atender el presente de un hijo era, sin dudas, un regalo para su futuro.
“Atender el presente de un hijo era, sin dudas, un regalo para su futuro.”
Violeta y Emilia se conocían hacía tiempo, habían estudiado en la misma universidad y trabajaban en distintos medios: Emilia mayormente en TV y Violeta, en radio.
Con el tiempo aprovecharon la posibilidad de pensar proyectos que les gustaría hacer juntas y surgió Madres de.
¿Qué las impulsó en este proyecto?
A ambas nos impulsó el deseo de conocer las crianzas y las características que pudieron haber tenido estos personajes de chiquitos. Para eso nos organizamos de manera muy natural y nos acompañamos en todo momento, lo que hizo que todo fluyese sin ningún problema. El proceso de escritura también fue algo muy compartido y lo hicimos juntas. Fue una experiencia muy enriquecedora, a la vez que placentera. –explica Violeta.
En cada caso se ve una mirada muy detallada de las madres sobre las
caractrísticas de sus hijos y los intereses de cada uno.¿Pensás que a ustedes les ayudó también a afinar esa mirada?
En realidad, ninguna de las dos necesitó de este proyecto para conocer las capacidades de nuestros hijos. Yo tengo tres, que son muy diferentes entre sí, habiéndose criado en el mismo hogar con los mismos padres. Ellos van demostrando sus talentos y capacidades en distintas áreas (deporte, danza, inteligencia académica y emocional). No es difícil descubrir aquello que podría hacerlos brillar.
En el caso de Violeta, que tiene una hija que juega tenis para una universidad en USA, tuvo que aprender a acompañarla en ese terreno. –agrega Emilia.

¿Sienten que las respuestas de esas mamás aportaron algo a sus propias actitudes de madres?
Las experiencias de todas las madres fueron muy valiosas. Cada una de ellas nos aportó un montón de cosas interesantes que, sin darnos cuenta, íbamos incorporando a nuestras maternidades. Tanto que muchas veces, nuestros hijos, que habían vivido todo el proceso del libro, nos decían cosas como “No te copies de la mamá de Ginóbili” o “No te hagas la mamá del Dibu”. –cuenta Violeta, divertida.
¿Te parece que el libro puede ayudar a las madres más jóvenes a detenerse a tiempo a observar las capacidades o inclinaciones de sus hijos?
Creo que, en ese aspecto, Madres de puede ser útil para las mamás jóvenes, pero, sobre todo, lo que es realmente inspirador son las historias de mujeres independientes y fabulosas que amaron esa generosidad de servir a los hijos.
Es muy valioso ver toda la inteligencia y riqueza emocional puestas en juego a la hora de acompañarlos y sostenerlos. –contesta Emilia.
¿Qué tipo de mirada maternal prima en estos casos?
Sobre todo primó una mirada de amor, pero un amor maduro que no soslaya el trabajo, el esfuerzo ni la responsabilidad.
Si bien en todos los casos se trató de chicos con buen foco en lo que les interesaba, mucha entrega y gran capacidad de trabajo, vimos madres presentes, exigentes, que marcaron las pautas desde el primer momento porque eran mujeres con las cosas claras. –resume Violeta.
“Primó una mirada de amor, pero un amor maduro que no soslaya el trabajo, el esfuerzo ni la responsabilidad.”
Mientras escucho los cuentos y las anécdotas de las madres, pienso en mujeres que no se caracterizaron por una abnegación que las llevase al punto de borrar sus propias vidas o anular sus intereses, sino que pudieron combinar trabajos y vocaciones a la vez que sostener la responsabilidad y el placer de acompañar a sus hijos en las actividades que habían elegido.
Mujeres coherentes con la realidad que las rodeaba y con la inteligencia de haber elegido correrse del centro en el momento preciso para poner la energía en los chicos que estaban criando.
A estas madres, que con gran capacidad planificaron el día a día para que todos y cada uno pudiese alcanzar sus sueños, el tiempo les confirmó que no solo valió la pena el esfuerzo, sino que la manera elegida para acompañarlos había sido la correcta.

Tanto Emilia como Violeta hicieron hincapié en dos cosas fundamentales: en ningún caso se trató de madres fanatizadas porque “el hijo llegase”, ni que descuidaran al resto de los hijos en beneficio de otro.
“En casa eran todos hijos, no había famosos.”
Actuaron sabiendo lo que hacían, combinaron maternidad y trabajo con una gran inteligencia emocional, ocupándose de todos por igual para que la familia siempre estuviera presente, acompañándose con alegría, de manera sana.
Fomentaron una relación de unión y hermandad entre ellos, aún en casos difíciles como cuando varios de ellos practicaban los mismos deportes, como los Ginóbili el basket o los Mac Allister el fútbol.
Ellas, desde el amor, el entusiasmo y el reconocimiento de sus talentos, supieron mantener la unidad entre hermanos con admiración natural y genuina por el que más triunfaba, lejos de rivalidades o celos.

¿Cómo se acompaña a talentos menos visibles, como el de Marcos Galperin, creador nada menos que de Mercado Libre?
Su crianza fue coherente con el estilo de su casa y de una familia que cree en el trabajo y el esfuerzo como valores.
Cuarto hijo entre cinco varones, sus hermanos siempre notaron sus capacidades sobresalientes y lo alentaron a estudiar.
Los cinco fueron criados con mucho amor, exigencia y un modelo descomunal de trabajo que viene desde sus abuelos y sus padres y que, de alguna manera, iluminó el camino para que Marcos sea quien es y haga lo que hace. –explica Emilia.
Son dieciséis casos interesantísimos los que aparecen en Madres de, aunque el total es de veintinueve reportajes, veintinueve historias de trabajo y contención que se pueden oír completas en un podcast:
Madres de no es solo un libro de anécdotas, sino un grupo de entrevistas que descorren una cortina que muestra modelos inteligentes de cómo mirar a los hijos y acompañarlos en lo que los pueda hacer felices, mientras nos confirma la importancia de sostener con esfuerzo cualquier disciplina que venga del deseo de hacer lo que les gusta.
Un libro que nos abre los ojos a un precioso mundo de amor.
Texto: Luz Marti
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