Humor y Ciencia

Una biotecnóloga que desdramatiza la ciencia y nos hace reír con sus reflexiones a través del stand-up.

Nadia Chiaramoni, investigadora científica y humorista, cuenta en sus espectáculos unipersonales historias de su vida personal y laboral. Nos hace reír con su observación aguda del mundo de la ciencia, bajándolo de un pedestal inalcanzable para que entendamos que esa pasión suya también puede ser la nuestra, y que ese mundo de preguntas y búsquedas constantes está lleno de recompensas y no es inalcanzable.

¿Qué pensamos cuando alguien menciona un espectáculo de stand-up? ¿Qué pasa cuando nos dicen que en él se hablará de ciencia? A esas combinaciones difíciles se atreve Nadia Chiaramoni, biotecnóloga investigadora del Conicet y profesora de la Universidad de Quilmes, dotada de una inmensa capacidad de observación, voz agradable y un histrionismo familiar sin histeria ni agresividad que no cansa ni abruma. Nadia confiesa que es, ante todo, una persona positiva, que puede desdramatizar las situaciones complicadas de la vida confiando en que hay soluciones para todo. Su frase preferida: va a estar todo bien.

Nuestro encuentro es por Zoom y con poco tiempo. En realidad, para esta nota, yo quería, básicamente, despejar una duda medio tonta: ¿Existe el humor para mujeres? Pensaba que sí, después, que no. No lo sabía. Escuché a muchas comediantes y humoristas en YouTube y elegí a Nadia para preguntárselo. Tal vez porque además de hacerme gracia, me imaginé una respuesta apoyada en su método científico, en su entrenamiento para analizarlo todo, en su experiencia en el tema. Qué sé yo.

El humor es uno solo. No existe el humor para mujeres o para hombres. Te puede gustar o no. Te podés reír de unas cosas o de otras, pero no tiene que ver con que seas hombre o mujer. Me contestó enseguida, segura, clara y con la convicción de una respuesta gestada en su propio análisis. Ya íbamos 1 a 0 y cambié de tema.

¿Siempre te sentiste graciosa?

Sí, desde chiquita sentí que decía las cosas con gracia, que podía despegarme un poco de las tragedias y contarlas en broma. Mi papá era gracioso. Le gustaba reírse.

Me cuenta que en sus comienzos elegía contar historias de su vida, de sus vacaciones o de sus experiencias sentimentales. Pero solo con ser graciosa no alcanza. Yo tenía el timing, pero me faltaba la forma académica. Me puse a estudiar Comedia, Stand-up, Guion y cosas por el estilo con distintos maestros. Lo hice durante diez años. El humor es algo que tiene mucho más de intelectual que de espontáneo, aunque no lo parezca.

En algún momento de su carrera como comediante, la ciencia empieza a aparecer tímidamente en sus monólogos hasta asentarse con fuerza. Yo quería contar cosas entretenidas que me pasaran o me hubiesen pasado y hacerlo de una manera amena, que la gente se viese identificada en esos momentos absurdos que todos atravesamos. La idea no era hacer reír al público durante una hora. Eso es imposible y hasta estresante. Mechar chistes o reflexiones graciosas es lo que le da el ritmo al espectáculo.

Al principio hablaba de mis amigos, de mis exparejas, de mi soledad. Pero una vez, charlando de mi laburo, que me apasiona, con Pablo Picotto, que me dirigía en mi unipersonal Mente positiva, me dijo: "Si te gusta tanto lo que hacés, ¿por qué no hablás de tu trabajo?" Ahí empecé a animarme a hablar de ciencia y encontré mi veta: el Stand-up Científico, divulgar ciencia con humor, como dice Diego Golombek.

Nadia, que estudió mucho para aprender las técnicas, los laberintos y trampas de esa disciplina tan difícil y solitaria que es el stand-up, no solo hace unipersonales sino que también, junto a Valeria Edelstein, creó “Contemos historias”, un podcast donde hablan de las mujeres de la ciencia "para honrarlas, para contar lo que lograron y para mostrar lo que hacen hoy en día muchas de las que aún trabajan en cosas valiosísimas. Por lo general son historias de vidas increíbles."

Con la risa liberamos un montón de sustancias que nos llenan de placer, aflojamos tensiones, aliviamos la ansiedad o el dolor. Imagino que provocar risa o hacer pasar al otro un momento divertido debe ser una recompensa enorme. La risa es, como suele decirse, una cosa seria. El mismo Álvaro de la Iglesia, guionista español y director de cine, dice, frente a quienes quitan importancia a la comedia, que pasárselo bien no es ninguna tontería y que pareciera que nos han metido en la cabeza el virus de que ser felices y disfrutar es cosa de tontos. Y no lo es.

La sorpresa es clave a la hora de provocar risa. Quien escucha una historia va imaginando el posible desenlace de la misma, la manera en la que el conflicto se resuelve, pero un humorista es capaz de dar una respuesta que no respete esa expectativa y eso inesperado será lo que produzca risa, ese poner una cosa donde no debería ir.

¿Cuándo el público se ríe está disfrutando de tu espectáculo. ¿Qué te pasa a vos en ese momento?

La risa produce una conexión inmediata entre el artista y el público. Y es, además, una guía para ver por dónde va esa noche la cosa, para medir la energía de la gente en ese momento, cuidar el ritmo, modificar los tonos, saber cómo jugar con la voz y los silencios e ir ajustando todo, adecuándolo.

¿Cuando preparás el guion de un espectáculo tenés en cuenta ciertos límites o vale todo?

Por supuesto que hay límites. No, por ejemplo, si se trata de criticar al poder, donde el humor es un arma muy eficiente para dar tu opinión. Pero tengo cuidado de no decir cosas que a otro puedan dolerle. No me siento cómoda en ese lugar. Burlarse del otro no es humor, es bullying.

Texto: Luz Marti