Mucha gente se tienta con iniciar su huerta en primavera y verano; cuando la temperatura sube y la naturaleza desborda en crecimiento. Pero se pierden momentos únicos, donde los tiempos son más lentos, y eso nos da la oportunidad de valorar cada nueva hoja que se asoma.
Todo la velocidad del crecimiento que sucede durante los meses cálidos; el frio del otoño y del invierno implicará que solo contemos con nuestro trabajo, permitiendo disfrutar mucho más nuestros logros.
En mi caso comienzo en febrero, sembrando en bandejas los vegetales que voy a cultivar y consumir durante el invierno. Preparo los canteros retirando todos los restos secos de los cultivos de verano y agregando compost y perlita (texturador de la tierra para mejorarla y hacerla más fácil de trabajar) para reponerles todo lo que se fue gastando con los cultivos de la temporada pasada; donde los efectos del calor y del riego hacen que el suelo quede bastante exhausto.
Luego de eso planeo que voy a plantar en cada cantero. Cebollas acá, lechuga de dos variedades, junto con zanahorias por otro lado, arvejas en macetas grandes a las que coloco cañas para que trepen, brócolis que puedan ir a los canteros del jardín para embellecerlos con sus pimpollos verdes antes que se abran las flores, espárragos para cosechar todos los años en primavera. Espinacas y acelgas para cortar cada semana. Rúcula, la infaltable en cada ensalada, en una jardinera en la ventana de la cocina… y así podemos seguir, de acuerdo al tamaño de nuestro espacio y al tamaño de nuestras ganas de trabajar para recibir las recompensas.
Que no tienen espacio para una huerta? Siempre se puede organizar para tener algo, aunque sea muy pequeño el balcón e incluso ya se venden kits de hidroponía para cultivos caseros.
La cuarentena permitió y sigue permitiendo recorrer cada día la huerta y ver la evolución de nuestros cultivos y apreciar el regalo que nos hace la naturaleza hoja a hoja, brote a brote, flor a flor.
Alguno de los lectores, habrá escuchado en algún momento, que se utiliza la terapia hortícola para mejorar la calidad de vida de personas con enfermedades físicas y psíquicas, de niños con capacidades diferentes. Por ese motivo podremos entender que cuidar de una vida sea animal o vegetal nos conecta con la naturaleza desde otro plano.
Nos relaja y distiende de las tensiones del día. En especial en estos momentos en que muchos trabajan desde sus casas en posturas tal vez incómodas.
La sensación de entrar en contacto con la tierra y las plantas es sumamente liberadora. En el caso de la huerta tenemos la ventaja de poder alimentarnos de nuestros propios logros.
Dentro del Garden Club Argentino nos dedicamos a dar cursos on line de huerta o de jardinería. Como también charlas en distintas instituciones como el Hospital Garrahan para contar las ventajas de esta pasión que reconforta a quién la realiza. No duden en consultarnos.
Gabriela Orfila
Garden Club Argentino
sede@gardenclubargentino.com.ar
El jardín de Patsy está ubicado en Bariloche, Río Negro, Patagonia Argentina, en el faldeo del Cerro Campanario, a 900 metros de altura sobre el nivel del mar. Desde allí mismo se puede ver el lago Nahuel Huapi, el Cerro Otto y el Cerro Catedral.
Tal vez no lo sabías pero el Feng Shui nos dice que cada vez que entramos a nuestra casa pasamos a formar parte de ella y cada vez que salimos cargamos energías. Por eso es que se considera tan importante trabajar en armonizar correctamente nuestros ambientes. Consultamos a Miriam Mariotto y ella nos dá algunas claves.
Silvina Buhazha de Atenor, del grupo Los Jazmines del Garden Club Argentino nos cuenta de su casa y su jardín en este bellísimo lugar.
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