Con sus 91 años, reconocidos hace muy poco, porque ella cree que es de muy mal gusto preguntar la edad a una mujer, debería formar parte de los guinness a la lucidez mental. ¿Su fórmula? Entrenamiento y profesionalismo. Ella misma ha contado que se prepara obsesivamente antes de cada programa. Pregunta con tozudez y sin temor a incomodar. Por eso sorprendió cuando el caso Natacha la encontró desorientada al aire, sin saber cómo manejar la situación de una mujer desbocada en su mesa, haciendo acusaciones gravísimas de pedofilia sin prueba alguna. No debe haber sido un momento fácil para Mirtha, en vivo y sin red. Lo reconoció en un mea culpa insólito para la televisión argentina. Miró a cámara, se emocionó y pidió disculpas. Dijo que se equivocó por un poco de rating. Valiente.
Una vez más, apareció la Mirtha ágil y resiliente. Supo darse cuenta que el termómetro del humor social no la acompañaba y dio un golpe de efecto, en un momento en el que decir “me equivoqué” no es una práctica habitual entre la gente y, mucho menos, entre los famosos que todo el tiempo ponen en juego su ego.
Así como viene haciéndolo desde hace 30 años, mirtha volvió a reinventarse. Esta vez de una semana para la otra. De actriz, a conductora, a diva de la TV. Ahora revirtió un traspié que la había perjudicado en su imagen y lo volvió virtud. la virtud de pedir perdón frente a millones de personas que la ratifican como estrella de nuestro star system por su capacidad de vencer el tiempo.