Fruto de la observación y la experimentación, fui conociendo e integrando las plantas nativas como sostén de los canteros y acompañantes fieles. Esto se debe a que, al estar adaptadas al lugar, se mantienen con los escasos recursos que les brinda la naturaleza. De este modo, aportan cobijo y resguardo a las otras especies.
En rasgos generales, vale definir que una planta nativa, autóctona o indígena, es aquella que nace en forma espontánea, sin cultivo, y constituye la especie propia de una región. Crece naturalmente, se desarrolla, se reproduce y genera descendencia, formando comunidades puras o mixtas. La Argentina hospeda entre 16 y 18 ecorregiones, donde están distribuidas las numerosas y diversas comunidades vegetales. Esas especies no solo interactúan con el medio, sino que también lo hacen con las demás especies de seres vivos.
Este jardín se encuentra inmerso entre dos Eco-Regiones: la pampeana y El Espinal. La primera, está conformada por una llanura horizontal con algunas serranías, no hay ríos y predominan las praderas y pajonales, médanos y lagunas. Mientras que, en la segunda, domina la presencia del Caldén.
De este modo, fui entrelazando en los canteros las nativas como estructura, combinando nativas propias (Barba de chivo - Caesalpinia gilliesii, Azar del monte - Aloysia gratissima, Stipas Tenuissima, Llaullin – Lycium chilense, Jarillas - Larrea divaricata, Zampa - Atriplex lampa) con otras especies de diferentes eco-regiones, a fin de incorporar color y una vegetación que fuera hospedera de mariposas, abejas y atrajera colibríes.
Algunos ejemplos de estas últimas especies son: Acacia mansa (Sesbania punicea), cina-cina (Parkinsonia aculeata), Fumo bravo (Solanum granuloso-leprosum), Pavonia amarilla (Pavonia sepium o Malva del bosque), Pavonia Misionera (Pavonia missionum), Pavonia rosada (Pavonia hastata), Salvia guaranitica, Sen del Campo (Senna corymbosa), Salvia Celeste (Salvia uliginosa) y Mariposeras (Austroeupatorium inulifolium, Heteropterys glabra y Chromolaena ivifolia).
Con el correr de las diferentes estaciones, observé que muchas de las nativas que eran grises no sufrían las inclemencias del tiempo, soportaban la alta insolación, no requerían humedad y soportaban las heladas. Por esta razón, las aproveché para suavizar colores estridentes del jardín. El gris y el plateado fueron buenos compañeros de los púrpuras de las salvias, los amarillos de las achilleas, el rojo de los hemerocallis, el lila de las verbenas bonariensis y los violetas de las ruellias.
Los resultados mutan cada año, el jardín va sufriendo las transformaciones propias de cada estación y, en la primavera, resurgen muchas herbáceas anuales que se resiembran naturalmente. Cuando las mariposas invaden las Asclepias curassavicas y las abejas se adueñan del Romero postratus, todo es magia.
Claro que hay objetivos no logrados, pero la naturaleza cada año da revancha y ofrece la posibilidad de arremeter con pasión jardinera otra etapa, con la ilusión de que, esta vez, sea más florida.*
Texto:
Maria Ines Galan
Grupo Garden Riverside
mariainesgalan@hotmail.com
Escultura de Caldén, en compañía de rosales sevillanos, Leymus, Sisyrinchium macrocephalum, gauras, hemerocallis y, de lejos, los caldenes.
Manchones de Stipa Trichomona en plena floración.
Amapolas con una zampa en el fondo.
Hemerocallis con lavandas, gauras y biznagas.
Sedum con pasto llorón.
Gomphrena Fireworks con zampa.
Zinnias con salvia uliginosa.
Stipa Tenuissima con agaves, cactus y aloe vera.