¡No me animo a reformar mi casa porque siempre gasto más de lo previsto!
Esta frase la escuche infinidad de veces, mis clientes me la han repetido una y otra vez. ¿Porque sucede esto? Porque cuando decidimos reformar siempre queremos gastar lo menos posible, claro por supuesto, entonces llamamos a quien puede hacer ese arreglo simple y pensamos que no necesitamos un profesional para arreglar la cocina, o para ampliar el dormitorio y ahí empieza el problema.
¡El famoso “ya que estamos!!”
Reformar una casa implica un análisis previo mucho mayor. Porque cuando reformamos un ambiente hay miles de detalles que si no estamos acostumbrados a reformar no los vamos a ver y entonces aparecen durante el transcurso de la obra.
En cambio, si elaboramos un proyecto con límites previos preestablecidos y asesorados por un profesional podemos prever esos detalles y tener una noción exacta de lo que la obra nos va a costar.
¿Quién no tiene pánico de los plazos de obra?
Para este punto tan crítico y aterrador también existen pautas que ayudan a que los plazos se acorten como hacer un cronograma de obra y cumplirlo tanto el cliente como el proveedor. Eso nos permite planificar y contar con todos los elementos necesarios para nuestra reforma, por ejemplo, si vamos a reformar la cocina o el baño, podemos elegir cada elemento antes de empezar nuestra reforma asegurándonos así cualquier demora en la entrega de materiales.
¡Como todo es importante asesorarse, no es lo mismo pintar una pared que tirar una pared para ampliar un ambiente, todo puede hacerse con los recaudos necesarios, solo tenes que animarte!!!
Lo mejor que podemos hacer al planificar una reforma es evaluar con tiempo qué queremos hacer, pedir presupuestos y preguntar qué tipo de obra demanda y cuántas semanas o meses de trabajo supone cada refacción. Son tres cuestiones claves que, bien analizadas, previenen errores y gastos innecesarios.
Texto: ARQ. Daniela Figiacone
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