Pero ahora, este lugar emblemático, que hoy está clausurado, dejará de ser un helipuerto para convertirse en una inmensa huerta donde crecerán hierbas aromáticas, tomates, berenjenas, ajíes y verduras de hoja que servirán para el almuerzo de los funcionarios.
Atrás quedó, entonces, la imagen de los campesinos transpirando bajo el rayo del sol, arrodillados frente a sus cultivos. Juliana Awada ya lo demostró en Olivos: se puede supervisar la calidad de la lechuga con tacos altos y semblante relajado. Porque hoy, tener una huerta y producir los alimentos propios aunque para los más inexpertos sean solo unas plantitas de romero y menta es una actividad ´cool´. Y el Gobierno, siempre atento a los vientos de época, se alineó detrás de esta ideología sustentable y ecológica.
En la residencia presidencial, al estilo Michelle Obama, encabezada por la primera dama y, en Balcarce 50, por el secretario general de la Presidencia, Fernando De Andreis.
La movida verde ya es tendencia en el mundo. Uno de los restaurantes más top de Nueva York, “Bell, Book & Candle”, en pleno Manhattan, tiene una huerta con 60 columnas aeropónicas -un sistema similar al que se utilizará en la Casa Rosada donde cultiva los vegetales que sirve a sus clientes. Lo mismo ocurre en el aeropuerto 0’Hare de Chicago donde crecen más de 1.100 plantas que luego se transforman en ensaladas.
Si bien la idea de cultivar en las terrazas no es nueva, los países escandinavos la practican desde hace siglos su difusión, 12 en su versión más tecnológica y chic, ha cobrado impulso en los últimos años. Lo mismo que la tendencia de armar huertas encajonadas dentro de tablones de quebracho en los jardines domésticos.
“Vamos a comer verduras orgánicas más saludables y frescas y seremos parte de un movimiento que mejora la calidad de vida en todo el mundo”, explicó a la revista NOTICIAS el ministro De Andreis.
Científicos de diversos países estudiaron cuál era la incidencia de una alimentación sana en las denominadas “zonas azules”, es decir, el selecto grupo de ciudades del mundo, como Okinawa en Japón o Ikaria en Grecia, donde sus habitantes son más longevos y felices. Una de las claves de este bienestar es comer vegetales frescos y llenos de color. Por supuesto que en la Argentina de hoy no alcanza con tener una huerta para evitar el estrés. Aunque puede ser un pequeño gesto, posible y práctico, para modificar hábitos tóxicos.
“Es importante conectarnos con la naturaleza y tener con-ciencia de lo que comemos”, opinó Awada en una de sus recorridas por la huerta de Olivos. Ella fue la que decidió trasladar a la residencia presidencial, con la ayuda de técnicos del INTA, la experiencia verde que había puesto en marcha en la quinta Los Abrojos de la familia Macri.
La esposa del Presidente es una abanderada de lo natural. No sólo en lo que hace a la alimentación sino también a su look despojado y casual. ¿O qué primera dama del mundo se hubiera animado a recorrer Nueva York en calzas y zapatillas en medio de una visita oficial? Solo ella, que sabe utilizar a su favor los beneficios de la naturaleza.
Texto: María Fernanda Villosio.
Periodista, editora de información general de revista de noticias.
Edición 3.