Alimentación anticáncer: cuando ciencia y sabor van de la mano

Oriunda de Tilburg, Holanda, Esmeralda estudió administración de empresas y, después de trabajar en su país, empezó un periplo que la llevó a Nueva Zelanda y, finalmente, a Buenos Aires, donde vive desde hace años con su marido e hijas. 

Cuando su cuñada enfermó de cáncer, Esmeralda entendió que una alimentación diferente podía representar un punto importantísimo a la hora de desintoxicar el cuerpo, siempre como complemento del tratamiento médico. 

A través de trabajos científicos de universidades del mundo entero, se abocó a investigar cómo influían los alimentos en el cáncer. Así, logró mejorar notablemente la calidad de vida de su cuñada, quien hoy disfruta de una vida plena. Incluso, pudo ayudar a mucha gente, tuviese o no, algún tipo de cáncer. Sus estudios la llevaron a tomar consciencia de todo lo que se puede hacer para cuidar nuestro organismo desde la alimentación y a crear sus talleres de cocina anticáncer.

¿Qué tipo de gente se inscribe en tus talleres?

La mayoría son mujeres de entre 35 y 75 años. Muchas van acompañadas por sus hijas, amigas o por el marido. Se trata generalmente de mujeres curiosas que quieren prevenir enfermedades o que, después de un tratamiento, ansían mejorar su calidad de vida.

¿Curar con plantas te hace sentir una especie de chamana?

No, para nada, yo no propongo métodos de curación, me considero una cocinera que enseña a comer de forma saludable, basándome en la ciencia. Para mí es fundamental escuchar al médico. Mi manera de informarme fue y es siempre investigar desde la ciencia. Allí pude descubrir, por ejemplo, cómo ciertas plantas no deben consumirse si tomamos determinados medicamentos. 

No todo termina al finalizar el tratamiento, la vida sigue y hay que cuidarla y vivirla de la mejor manera. Es por esto que enseño a comer bien y sabroso, y a sacar de la dieta lo que sea pernicioso para la enfermedad y para la salud en general.  

¿Hay alimentos “anticáncer”?

Existen alimentos con elementos que inhiben mecanismos que favorecen el crecimiento de tumores y no les permiten avanzar. También ciertos hongos contienen una sustancia que se llama chitin, que inhibe la enzima MMP2, la cual juega un rol importante en la formación de metástasis.

La alimentación es un factor importante en el tratamiento del cáncer, pero hay que saber que también hay otros, porque el cáncer es una enfermedad muy compleja.

¿Qué alimentos producen inflamaciones?

En primer lugar, los ultras procesados, todo lo que viene empaquetado y que nos cuesta comprender sus etiquetas. En Argentina, hay mucho consumo de estos alimentos, muy desaconsejados para una dieta sana. Los alimentos de origen animal son los que acumulan más contaminantes.

¿Tu propuesta tiene que ver con una dieta vegetariana?

Las plantas son lo más saludable que tenemos, pero la variedad en el consumo es importantísima, no siempre lechuga y tomate, o manzana y apio, sino incluir variedad de vegetales cocidos y crudos, semillas, legumbres y frutos secos. ¿Por qué? Porque las distintas colonias de bacterias que viven en nuestra microbiota intestinal necesitan nutrirse de distintos elementos, reforzar nuestro sistema inmune, para que genere sustancias antiinflamatorias. Un sistema inmune alerta es una inmensa barrera defensiva contra las enfermedades.

Mis dietas se basan en verduras, legumbres y cereales integrales, ya que dan mayor saciedad. Si ingerimos variedad de éstas, dejaremos de comer tanta carne, pollo o pescado. Yo enseño a cocinar con todo tipo de plantas. Desde ensaladas hasta sopas, usando combinaciones de verduras y distintas especias. 

Las especias son también muy interesantes y existen sinergias, como la de la cúrcuma + pimienta negra, que potencian la capacidad antiinflamatoria. Es ideal aprender a potenciar todo lo bueno que nos ofrecen.

¿Qué pasa con las frutas?

Las frutas son una excelente fuente de alimentación contra el cáncer y es importante comer una buena cantidad y variedad todos los días. Siempre es mejor enfocarse en la fruta con índice glucémico bajo, como manzana, frutilla, arándanos, cítricos, cerezas, granada, ciruelas, etcétera. Los alimentos con índice glucémico alto generan picos grandes de glucosa en sangre y estos favorecen el crecimiento del tumor. 

¿El estilo de vida conspira contra nuestra salud?

Existe una parte genética en la herencia del cáncer, pero la mayor influencia proviene de nuestro estilo de vida. Aplicando siempre una mirada holística, debemos tender a tratar de bajar la carga tóxica en la alimentación, el agua y el aire. Al estar expuestos a cualquier tóxico, aumentan los radicales libres que dañan las células de nuestro organismo. Cuando hablo de tóxicos, incluyo el estrés prolongado, el sedentarismo, el consumo de alcohol y las infecciones. 

 @clorofilaycurcuma

La Dra. Julieta Barrado, médica (UBA) especialista, postgraduada en disciplinas como medicina del estrés, medicina de estilo de vida, y alimentación basada en plantas y en microbiota intestinal, nos confirma la importancia de la alimentación frente a las enfermedades crónicas.

“La medicina de estilo de vida (MEV) es una especialidad médica de la medicina convencional, basada en evidencia científica. La nutrición tiene un rol fundamental, junto a otros ejes como el sueño y la actividad física. Nos enfocamos en una nutrición integrativa, que preste atención, no solo a qué comer, si no al cómo y al cuándo, para potenciar un resultado terapéutico y preventivo”, afirma la Dra. Barrado. 

“Una buena dieta ayuda a prevenir, tratar, detener o remitir ciertas enfermedades como la diabetes, el cáncer y enfermedades cardiovasculares y autoinmunes, entre otras. Además, lo más importante es que mejora la calidad de vida de las personas sanas o enfermas”, concluye.*

Texto: Country Magazine