Claves para no perder la cabeza

Desde los 30 y sobre todo a partir de los 50 años, nuestro cuerpo y nuestra mente empiezan a dar señales de envejecimiento. Si no hacemos algo para frenar o ralentizar este proceso, indefectiblemente, en los tiempos que corren, con la modernidad y todas las noxas que nos rodean, es inevitable que envejezcamos prematuramente. 

Claves para no perder la cabeza

Si no nos ocupamos, el órgano que se verá más afectado es el cerebro. Con el paso del tiempo, literalmente, vamos perdiendo las neuronas o “la cabeza”. Si nuestros hábitos no cambian, no alcanzaremos una longevidad saludable.

 

Nunca es tarde, siempre hay tiempo. Cada acción que tomemos repercutirá en una mejor calidad de vida, y en un rejuvenecimiento del cerebro y de todos nuestros órganos y sistemas, siempre tomando en cuenta que, si accionamos antes de que aparezca la enfermedad, los beneficios serán mayores.

 

El primer paso es cambiar los hábitos alimentarios. Hay que entender que los azúcares, las harinas y los ultra procesados destruyen las neuronas; así como el alcohol, los azúcares refinados y los no refinados, que tienen alto índice glucémico, como los azúcares orgánicos, la miel o los edulcorantes artificiales, o los polialcoholes, que elevan nuestra insulina y van destruyendo neuronas.

 

Nuestras neuronas se alimentan de grasas buenas, de cuerpos cetónicos. Se trata de un combustible limpio que no atenta contra la destrucción de los tejidos, ni provoca un metabolismo sucio, que termine haciéndonos pagar, a mediano y a largo plazo, con mala calidad de vida neurológica, la cual se traduce en: ansiedad, cefaleas, insomnio o pérdida de la memoria banal, hasta situaciones más siniestras como el Alzheimer y la demencia vascular, o cualquier tipo de demencia o psicopatía.

 

También, para no perder la cabeza, debemos ingerir omegas marinos. Estos forman parte de las membranas celulares, sobre todo de las neuronas, logrando fluidificarlas para que aumenten la comunicación, ya que la vibración es la manera de que la neurona se comunique con ella misma, con las demás neuronas, y con los demás órganos y sistemas. Entonces, un omega marino de calidad, que contenga concentraciones adecuadas de DHA y EPA, es el segundo paso para proteger nuestras neuronas.

 

El tercer paso importante que protege nuestro sistema nervioso es dormir en el horario adecuado y las horas adecuadas, con una calidad de sueño adecuada. Esto es por la noche, cuando oscurece, cuando debe aumentarse la melatonina, esta maravillosa sustancia se encarga de limpiar nuestro cerebro, el cual genera detritos, desechos, que necesitamos eliminar durante el sueño, si no los eliminamos, se van acumulando y provocando diferentes enfermedades. Esto nos lleva a implementar otra acción, que favorece el sueño y protege el sistema nervioso: cambiar las luces azules de la casa por luces cálidas, amarillas para la tardecita y luces rojas para la noche, para disminuir la agresión de la luz azul y mejorar la secreción de melatonina que, entre otras cosas, es antitumoral.

 

Otra acción importante es la actividad física, porque genera sustancias como la irisina, que nos ayudan a desechar lo que nos agrede, también aumenta la autofagia y la limpieza cerebral, protegiendo nuestras neuronas de la senescencia celular, lo que conduce a la pérdida de funciones.

 

Sumado a esto es fundamental cuidar la microbiota que se logra comiendo adecuadamente, la cual también se cuida eliminando noxas como el flúor en el dentífrico (si bien el flúor vence la microbiota agresiva generada por la alimentación inflamatoria, es neurotóxico), eligiendo pastas dentales libres de flúor o basadas en aceite de coco, hierba buena o clavos de olor, para disminuir la boca permeable. Además, para cuidar nuestra microbiota es importante eliminar disruptores endocrinológicos como los micro plásticos, teflones, bisfenoles o parabenos, por lo que es clave cambiar la vajilla, ollas y sartenes; y los artículos de aseo personal: desodorantes, jabones, champúes.

 

Como conclusión, lo importante es hacer algo, no hay manera de que podamos ralentizar nuestro envejecimiento y mejorar la calidad de vida hacia la longevidad saludable sin proteger nuestro cerebro, y para protegerlo debemos accionar, prestar atención a nuestros hábitos y estilo de vida e ir cambiándolos progresivamente para no perder la cabeza.*

 

Texto: Dra. Carina Bracalente



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