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Sofía Cairó: una leona dorada
Empezó a jugar al hockey a los seis años y hoy integra el seleccionado nacional.
Desde 2015, la FUAR -Fundación unión argentina de rugby- asiste de por vida a los jugadores de rugby que, por accidentes en el campo de juego, hayan resultado con lesiones incapacitantes. Un canto a la amistad, el deporte y un modelo de lucha contra la adversidad.
Para conocer su incansable gestión respecto de los rincones menos luminosos de este deporte, nos acercamos a charlar con algunos de los personajes más emblemáticos del rugby.
Nos recibió un súper plantel: Ignacio “Nacho” Rizzi (ex SIC y Villeneuve- sur Lot), gerente general de la FUAR; junto a su presidente, Jorge Allen (ex CASI, fue capitán de los Pumas y jugador en Sudáfrica e Italia); Gustavo Grandi (ex Pueyrredón), consejero asesor; y Andrea Romero, encargada del área de comunicación y fundraising.
¿Cómo nace la FUAR?
Nacho Rizzi: Yo tuve un accidente en 1990 cuando jugaba en Villeneuve – sur – Lot, que me dejó una discapacidad motora en mis miembros superiores e inferiores. Allí conocí Rugby Amitié, una asociación compuesta por un grupo de exjugadores que se ocupaban de ayudar y acompañar a quienes habían sufrido las mismas lesiones incapacitantes que ellos. Cuando volví a Bs. As., quise replicar la idea y darle un marco profesional. En 2013, la UAR me propuso encargarme del proyecto y, en 2015, nació la FUAR, la cual empieza a actuar cuando, tras una lesión grave, aparece un diagnóstico de discapacidad.
¿Cuál es la función de la FUAR?
NR: El rugby es una hermandad de por vida, un deporte que nos forma y nos da muchísimo. La FUAR nació para acompañar a todos los chicos que tuvieron lesiones graves, ayudarlos a salir adelante, a mejorar su parte física, a conseguir trabajo e insertarse en la sociedad, a participar en cualquiera de nuestras actividades y, sobre todas las cosas, a no sentirse menos ni dar lástima. En este momento existen 34 chicos con distintas discapacidades y de ellos, 30 trabajan, gracias a una importante red de contactos que nos ofrecen oportunidades para ellos.
¿Cómo se fueron modificando ciertas normas del rugby para proteger al jugador?
NR: Cada unión de rugby de los distintos países tiene un área de medicina que estudia las lesiones, las jugadas más peligrosas y sus repercusiones. La de la UAR se llama “rugby seguro”. Ahora se estudian los posibles efectos a largo plazo de los golpes en la cabeza, siempre apuntando al bienestar del jugador. Se progresó mucho y desde las inferiores se pone el acento especialmente en eso, lo mismo que en el juego limpio.
¿Qué otras modificaciones se agregan para proteger la seguridad física de los jugadores?
Jorge Allen: Desde hace unos años existe la tarjeta azul. Es la herramienta que utilizan los árbitros oficiales para ordenar el retiro del campo de juego en forma definitiva al jugador que haya sufrido, o presente síntomas visibles, producto de un golpe recibido en la cabeza o el cuello. De todas maneras, no hay que olvidar que el rugby es un deporte de contacto y, por lo tanto, en el juego activo es difícil evitar ciertos accidentes, aunque no todos sean necesariamente tan graves.
¿A qué edades se producen más lesiones?
JA: Con el correr del tiempo y las nuevas normas de juego disminuyeron bastante los accidentes. La mayor cantidad de lesiones graves se produce entre los 15 y los 18 años, que es la edad de desarrollo. Pueden influir factores como la falta de entrenamiento o la exigencia de potencia, velocidad y destreza que se persigue en jugadores que hoy llevan una vida de atletas competitivos.
¿Cómo los ayuda la FUAR?
Gustavo Grandi: La FUAR apunta básicamente a mejorar la calidad de vida de todos los jugadores que sufrieron una lesión grave dentro de un terreno de juego. Todo jugador de 14 años para arriba debe ficharse en la UAR, que exige la presentación de un apto médico y el pago de un canon anual. Un porcentaje de ese fichaje va a la FUAR. Hoy hay aproximadamente 65.000 jugadores aportando.
Nuestro apoyo económico mensual es de por vida, más una ayuda única en cuanto se confirma la discapacidad, para paliar los primeros gastos de esa nueva manera de vivir: refacciones en la casa, y adaptación de los vehículos y elementos auxiliares para dispositivos informáticos, para aquellos que no puedan mover brazos y manos.
A quienes necesiten asistentes personales para su vida diaria y su cobertura médica no les cubra el 100% del servicio, la FUAR les reembolsa hasta el 70% de los gastos. Asimismo, administramos el fondo solidario que cubre a aquellos jugadores que carezcan de cobertura médica, mediante el reembolso de los gastos médicos.
¿Cómo se obtienen esos fondos?
Andrea Romero: Más allá del ingreso por el fichaje anual de los jugadores, contamos con el apoyo de la UAR y las uniones del país, empresas y donantes particulares, que apoyan mensualmente o por única vez.
Tenemos un circuito de golf en el año con torneos en distintas provincias y los encuentros Pre-Match, cuando hay partidos internacionales de Los Pumas: un almuerzo previo al partido, donde se cobra entrada, se concientiza y se cuenta cómo funciona la FUAR y qué resultados va obteniendo. Pero somos pocos en la estructura, y la organización de esos eventos es muy compleja y lleva mucho tiempo.
No solo tenemos que pensar en los 34 actuales, sino proyectarnos en los que puedan venir, ya que no solo la imprudencia, sino la mala suerte puede jugarte malas pasadas como en cualquier otra actividad.
Para la FUAR, la colaboración de empresas o particulares que se sumen como donantes mensuales, donde el monto es a voluntad, es siempre bienvenida.
NR: Por suerte, contamos con la colaboración de muchos jugadores, exjugadores y con Los Pumas que, cada vez que los necesitamos se suman a nuestros eventos para dar testimonio, firmar camisetas o ayudar de mil maneras.
Conocer la FUAR es comprobar cómo, desde el rugby, se apoya constantemente una serie de méritos indiscutibles y de conductas que lo diferencian de cualquier otra práctica deportiva, y que los llevan a crear y gestionar instituciones como esta, que enaltecen la hermandad y el apoyo incondicional entre compañeros de juego.*
Texto: Luz Marti
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