Quienes disfrutan de películas y series inglesas no pueden evitar pensar en esos encantadores lugares donde se practican deportes o se pasa el tiempo con amigos rodeados de jardines de ensueño, en cualquier época del año. La fuerte influencia británica en Buenos Aires a fines del siglo XIX dejó una de sus mejores muestras en el Hurlingham Club, fundado en 1888.
Historia del Hurlingham Club
Creado por John Ravenscroft, el club nació con la intención de reunir, sin distinciones, a los británicos que vivían y trabajaban en Argentina, dándoles la posibilidad de encontrarse socialmente y practicar deportes. Inspirado en el Hurlingham Club de Londres, que entonces era regente del polo mundial, su homónimo argentino parecía en sus inicios un lugar remoto, tan alejado de la capital que la forma más confiable de llegar era en carro o a caballo.
En 1893, cuando su cancha de polo estuvo lista, se jugó allí el primer partido del Campeonato Abierto de Polo, el más antiguo del mundo. De ser un club exclusivamente inglés, pasó lentamente a convertirse primero en un club de anglo-argentinos y, más tarde, en un lugar de tradición inglesa que enfatiza la camaradería, la caballerosidad, la ética y el fair play desde hace 136 años.
Hoy, el Hurlingham Club conserva su elegancia intacta y sigue siendo uno de los clubes más prestigiosos, tradicionales y completos para practicar deportes. Pero, más allá de eso, es un lugar para disfrutar de la compañía de amigos y de familias que han sido socias por generaciones.
Deporte, cultura y socialización
Además de ser abanderado del polo en Argentina, el Hurlingham Club es conocido por su rica oferta cultural y social. Muchos socios actuales no practican deportes, pero encuentran en el club un lugar donde relajarse y disfrutar. Ya sea para almorzar con amigos, jugar bridge, unirse a grupos de lectura, escuchar charlas sobre paisajismo, arte o historia, o simplemente descansar, el club ofrece un entorno privilegiado, calmo y agradable. Los socios también tienen la posibilidad de pasar el fin de semana en alguno de sus treinta dormies, sin necesidad de regresar a casa.
Abanderado del polo y otros deportes
El Hurlingham Club ha sido testigo del nacimiento de equipos de polo legendarios, como el integrado por Harriot, Dorignac, Heguy y Tanoira, con un total de 40 goles de hándicap. También ha recibido en sus canchas a ilustres visitantes como el Príncipe de Gales, Eduardo VIII, el Duque de Windsor, el Príncipe Felipe, el Maharajá de Jaipur y el actual rey Carlos III.
El Abierto de Hurlingham, iniciado en 1893, es el torneo de polo más antiguo del mundo. Más tarde, se sumarían el Abierto Argentino (1923) y el de Tortugas, conformando la Triple Corona, que reúne a los mejores jugadores de alto hándicap del planeta.
El club también cuenta con una cancha de golf que ha sido sede del Abierto Argentino de Golf en dos ocasiones y ha recibido grandes figuras nacionales e internacionales. Más recientemente, fue sede de los Juegos Olímpicos de la Juventud en esa disciplina. Sus seis canchas de tenis de césped, únicas en el país, han sido un espacio de entrenamiento para leyendas como Guillermo Vilas, José Luis Clerc y Gabriela Sabatini, además de ser utilizadas por las mejores raquetas del país.
Jardines que deslumbran en todas las estaciones
Imposible no detenerse en los maravillosos jardines y canteros que adornan el club. Sylvia Pera, socia y gran jugadora de tenis y golf, es la paisajista responsable de esa magia. Nos cuenta sobre su trabajo y el estilo que caracteriza al lugar:
¿Qué estilo tienen los jardines ingleses?
"Aunque hoy en día voy más por lo silvestre, heredé de mi madre el amor por el jardín inglés: suelto, colorido, variado y con un sutil orden. El paisaje del club está compuesto por parques extensos con bosques de árboles de gran porte, salpicados por arbustos o borders. Cerca de las edificaciones, hay canteros con herbáceas perennes y arbustos, diseñados para que luzcan bien casi todo el año, ya sea por su color, textura o forma. Agregamos tamaños escalonados para ver las bajas, medianas y altas al mismo tiempo."
¿El diseño ya estaba o lo fuiste modificando?
"Los contornos de los canteros ya estaban, pero desde hace diez años fui modificando la disposición de las herbáceas. Como el desafío era hacerlo sin presupuesto, cada otoño dividíamos y reproducíamos herbáceas para plantarlas donde hicieran falta: agapanthus, hemerocallis, achiras, tulbalgias, bulbines y salvias. También cosechábamos semillas de anuales, como zinias, amapolas, espuelas de caballero y dalias, para sembrarlas en lugares que necesitaran flores."
Reforestación y trabajo colectivo
¿El paisaje de la cancha de golf también es tu responsabilidad?
"Mi responsabilidad abarca todo lo que se denomina espacios verdes, salvo las canchas de los deportes. Hace poco organizamos una colecta entre los socios para comprar árboles y reforestar sectores donde perdimos ejemplares añosos tras un temporal en diciembre pasado."
Sylvia confirma que el equipo que forman los socios del club no solo está para practicar deporte, sino que también se muestra dispuesto a cuidar y mantener el lugar que tanto quieren. El Hurlingham Club es más que un espacio; es un símbolo de comunidad, tradición y colaboración.