Muchos investigadores enfocados en el sobrepeso fomentan un nuevo enfoque para la alimentación saludable, basado en el cerebro. En relación a esto, existen tres claves fundamentales para transitar los antojos y remodelar nuestros hábitos: las técnicas para generar conciencia plena de cómo comemos, la aceptación en relación a los alimentos que deseamos comer y los ejercicios de alimentación intuitiva.
La pérdida rápida de peso provoca cambios duraderos que pueden enlentecer el metabolismo, alterar las hormonas que regulan el hambre y dificultar los esfuerzos por mantener el peso. Un cuerpo que ha perdido peso repentinamente responde de forma diferente a la comida y al ejercicio físico que uno que no ha hecho dieta. Además, los músculos de una persona a dieta podrían incluso quemar menos calorías de las esperadas durante el entrenamiento. Estos cambios explican por qué muchas personas que hacen dietas crónicas pueden estar ingiriendo menos calorías, pero siguen sin perder peso. El dietante crónico provoca una rigidez metabólica y obtiene el resultado opuesto al esperado.
¡Proponetelo!
Uno de los desafíos del Wellness es enseñar a modificar tus hábitos alimenticios sin hacer dieta. Este podría ser tu objetivo para este año: dejá de hacer dieta y empezá a saborear la comida. Cambiá tu vínculo con la comida. Incorporá el mindfulness como estilo de vida, salí del piloto automático, animate a una verdadera transformación.
Puede parecer algo sorprendente, pero cada vez hay más pruebas científicas que indican que las dietas no funcionan. Así, muchos nutricionistas de la vieja escuela, sin saber qué hacer, empiezan a orientarse al estudio de las emociones y el coaching como herramienta de trabajo. La restricción de alimentos solo hace que se quiera comer más. A largo plazo, las dietas pueden ser contraproducentes, ya que activan las defensas de supervivencia del organismo, enlentecen el metabolismo y dificultan aún más la pérdida de peso en el futuro.
Proponerse dejar de hacer dieta no significa renunciar a tener un cuerpo más sano, pero sí para vencer el hábito, vas a tener que dejar de lado las vieja idea de contar calorías, prohibir tus comidas favoritas y medir el éxito con un número en la balanza.
Por qué no a las dietas estrictas
Además de la decepción que sentimos por no mantener el peso, las dietas afectan al organismo de varias formas negativas. Entre otras cosas, la alimentación restrictiva puede afectar a la memoria y a la función ejecutiva, puede provocar pensamientos obsesivos sobre la comida y desencadenar un aumento del cortisol, la hormona del estrés.
Debemos trabajar en desaprender el hábito dietante que no nos permite bajar de peso y sostenerlo en el tiempo. Tu cuerpo cambia si cambia tu mente y si estás convencido. Si seguimos haciendo las cosas por obligación, será un corto camino al fracaso. Entonces, antes de poner tu cuerpo a dieta, empezá a entrenar tu cabeza.*
Verónica Segreto
Wellness Coach
Fitness and Nutrition coach - NASM
@verosegreto