Lo que en 1658 fuera la Estancia San José, de 700 hectáreas, fundada por los jesuitas, recorrió un largo camino hasta convertirse en un pequeño viñedo acompañado por plantaciones de cerezos, nogales y manzanos. Fue entonces cuando John du Monceau, nieto de un bodeguero de Beaujolais, se enamoró del lugar en una de sus tantas visitas a nuestro país como alto ejecutivo de la cadena hotelera Accor.
"Yo sé cuál es el viñedo más lindo y voy a comprarlo", dijo con determinación y entusiasmo. En 2005, luego de una ardua negociación, logró su propósito para radicarse allí, fiel a la idea de producir grandes vinos en la Argentina. Con Chantal, su mujer, notaron, además, las inmensas posibilidades turísticas que ofrecía el lugar y no dudaron en imaginar todo lo que podían ofrecer.
En su búsqueda de excelencia, fue el estudio Bórmida y Yanzón, de larga trayectoria en el diseño de bodegas, el elegido como responsable de la arquitectura, mientras que Adrián Vargas, enólogo discípulo de Philippe Caraguel, se sumó como director técnico de la bodega. Atamisque produce hoy espumantes (Cave Extreme y Vicomte de Rochebouët) y varias líneas de vinos de alta gama: Atamisque, Catalpa y Serbal, pensados inicialmente para la exportación pero que, desde restaurantes y vinotecas exclusivas, con un perfil muy francés, han conquistado también el mercado interno —cuenta Martín Dundas, Director de Exportación de la bodega.
La crianza en altura confirma los beneficios de la altitud en todos sus vinos, haciéndolos más densos, largos y armoniosos, y logrando un envejecimiento mejor y más rápido que potencia las características de su terroir original. Esto convirtió a la bodega en ganadora del premio al Productor del Año del Nuevo Mundo en los Sommelier Wine Awards, en el Reino Unido, con tres medallas de oro.
"Además del Malbec clásico, en sus actuales 120 hectáreas de viñedos de distintas cepas, Atamisque produce Chardonnay, Sauvignon Blanc, Viognier, Pinot Noir, Merlot, Cabernet Sauvignon, Petit Verdot y Cabernet Franc", agrega Dundas. Excelente anfitrión, enamorado de la naturaleza y del mundo del vino, me relata entusiasmado las características del enorme emprendimiento turístico que Bodega Atamisque cuida con la misma dedicación y excelencia que dedica al cultivo de sus viñas y a la elaboración de sus vinos.
Si bien la producción de vinos es un éxito, la belleza del entorno, los escasos cincuenta minutos que los separan de la ciudad de Mendoza y sus propias posibilidades como lugar turístico, nos impulsaron a crear cuatro escenarios distintos agrupados bajo el nombre de Tierras Atamisque (https://www.tierrasatamisque.com/): Finca Atamisque, Bodega Atamisque, Estancia Atamisque y Estancia La Alejandra.
Allí es posible alojarse para conocer las instalaciones de la bodega, disfrutar de la mejor comida y de sus vinos, jugar al golf en su cancha de 9 hoyos, participar en degustaciones dirigidas, hacer excursiones y cabalgatas, y hasta tomar clases de cocina o simplemente descansar frente a las vistas impresionantes de la cordillera.
Tierras Atamisque cuenta con seis lodges creados para saborear la vida rural, cada uno con decoraciones exclusivas de buen gusto, estilo confortable y detalles campestres. Los completa, en el exterior, con vistas impresionantes, una pérgola y un jacuzzi deliciosamente climatizado, en el que imagino sumergirme a medida que me lo cuentan.
Rincón Atamisque es su restaurante de cocina refinada, donde se sirven almuerzos y cenas realzados por los mejores vinos de la bodega.
Otra de las joyitas del lugar es el Hotel Cielo, una mezcla fascinante de campo y montaña con todas las comodidades que resalta los valores simples de la vida de campo. Ubicado a 2000 metros de altura, frente a la Estancia La Alejandra, el Hotel Cielo es un conjunto de grandes espacios vidriados, ideal para apreciar el silencio al pie de los Andes y extasiarse con los cielos limpios, inundados de estrellas.
Sé que los proyectos de Bodega Atamisque aumentan día a día. Se los nota alentados por su corazón bodeguero, por el amor a la belleza de su tierra y por su deseo de compartir nuestras bellezas con el mundo entero.
Texto: Luz Marti
Fotografía:Gentileza Bodega Atamisque