Vemos mucha gente que pasa gran parte del tiempo tratando de evitarla o huyéndole para protegerse de sentirla. El sentir, algo propio de la raza animal, viene acompañado de la vulnerabilidad y suponer que la vulnerabilidad es debilidad es, entonces, aceptar que sentir es
sinónimo de debilidad. Anular de nuestra vida el lado emocional por temor a sufrir implica pagar un costo muy alto por alejarse de las cosas que nos dan el propósito y el sentido en la vida.
Brene Brown, socióloga, investigadora y profesora de la Universidad de Houston, en su libro “El poder de ser vulnerable” sostiene que la vulnerabilidad viene acompañada de ingredientes como la incertidumbre, riesgo y exposición emocional. Señala como ejemplo, que exponernos al amor implica tomar un riesgo ya que nadie garantiza que ese amor dure para toda la vida. ahora, podríamos vivir sin amor, sin amar ni ser amado? También lo es, exponer nuestras ideas, nuestro trabajo, arte, escritos o fotografías sin ninguna garantía de ser valorados y aceptados. Todo esto es vulnerabilidad. Brown propone que para recuperar la parte emocional de nuestra vida y reavivar la pasión y el propósito, debemos aprender a reconocer y conectar con nuestra vulnerabilidad y a sentir las emociones asociadas a ella.
La vulnerabilidad se apoya en la reciprocidad y la confianza e implica compartir nuestros sentimientos y nuestras experiencias con aquellas personas que se ganaron el derecho a escucharlas.
Ahora también, la vulnerabilidad viene acompañada de la vergüenza, claro que si! y para ello hay desarrollar la resiliencia a la vergüenza. Poder pasar los miedos a la exposición de nuestros sentimientos y emociones, incluso cuando vienen junto a situaciones embarazosas, es un esfuerzo enorme, pero es cuestión de ponerlo en práctica. Todos tenemos luces y sombras en nuestro interior, lo importante es poder tomar ambas y resignificarlas. Ser perfectos e inmunes puede parecer muy atractivo pero, por suerte, no existe en la raza humana. Debemos salir a las pistas, con el valor y la voluntad de involucrarnos. La vulnerabilidad implica eso, atreverse, arriesgarse, dejarnos ver y abandonar, al menos por un momento, ese asiento donde nos dedicamos a juzgar y a dar consejos y que, si bien nos hacen sentir seguros, nos dejan en lugares rígidos y sin movimiento. Somos seres sociables y estar en contacto con los demás es parte del propósito y le da sentido a nuestra vida, y sufrimos cuando no tenemos ese contacto. Por
eso es importante intentar vivir de manera genuina, transitando nuestros días con coraje, compasión y con la conexión necesaria que nos permita aceptar que somos imperfectos, vulnerables y que muchas veces tenemos miedo, lo que no cambia también que, somos valientes, dignos de ser amados, de sentirnos integrados y eso también es adecuado.