Moldeando Sueños: Nicolas Pottery
Con mucho empeño Nicolás amasó sus ideas a través de los años dando creación al mundo Pottery. Inauguró hace un año un espacio en Nordelta, donde funciona su tercer taller de cerámica.

Entrevista a Nicolás Martínez: el alma detrás de Mundo Pottery
Con carisma, esfuerzo y una visión estética inconfundible, Nicolás convirtió su pasión por la cerámica en un universo que combina diseño, comunidad y experiencia sensorial. Desde Nordelta hasta Palermo Hollywood, su propuesta sigue creciendo.
Un espacio que reinventa la alfarería tradicional
¿Cuál es el valor agregado que brindás en tu taller para hacerlo diferente?
Quiero que el alumno se sienta cómodo. Que se lleve conceptos de tendencia, moda en deco, que disfrute de cada clase. Por eso cada cosa está pensada, cuido cada detalle, desde los elementos de limpieza hasta los colores de moda de los esmaltes.
¿Cómo surge la idea del Pottery Coffee Bar?
Nació con la necesidad de crear un espacio donde compartir un rato agradable antes o después de cada clase. Tiene pastelería y panadería propia y es abierto al público.
¿Todo lo que está a la vista en vajilla es de producción propia?
Sí, tenemos los talleres de Acasusso desde donde se produce toda mi línea de vajilla que se vende en los locales.
¿Es terapéutico lo que experimenta la gente al trabajar con el barro y las manos?
Yo veo que la gente lo toma como una descarga, puedo ver los cambios de cuando llegan a cómo se van. Creo que el proceso de creación en la cerámica tiene mucha correlación con la vida misma, nos abrimos, subimos, bajamos... podemos sentir que en cada proceso y en cada pieza hay algo de nosotros mismos.
La visión detrás del éxito
¿Cuál creés que es el secreto de tus cursos?
Creo que talleres de cerámica siempre hubo y va a haber, pero mi idea era tener un diferencial. Yo cuento que mi visión es llegar a ser como el Megatlón de los gimnasios. Lograr que la gente pueda disfrutar del espacio, con una estética cuidada, con detalles como la toallita en cada torno y que puedas venir antes para compartir algo rico, un café. Cuando ofrecés más, está bueno, porque la gente te sube la vara y de algún modo yo siento que dice: “yo te pago pero quiero lo mejor para estar acá” y a ese público apunto.
¿Qué lugar en tu historia le das a este local de Nordelta? ¿Qué significó para vos?
Mucho. Es mi gran paso hacia esa idea de Mundo Pottery que quería. Pensé siempre en un lugar que sea agradable, y Nordelta es como el taller estrella: tiene una vista inmejorable, todos los detalles fueron cuidados. Los tornos están diseñados por mí, desde la funcionalidad apta para personas con discapacidad hasta esa estética especial que quería para el dictado de los cursos.
Familia, equipo y crecimiento sostenido
¿Creés que cuesta mucho ser emprendedor?
El emprendedor argentino merece un Martín Fierro. No depende de este gobierno ni del anterior… El emprendedor es el que genera trabajo y cuesta mucho llevar un negocio al frente.
¿Es una empresa familiar?
Sí. Mi mamá es socia en los talleres de Acasusso y Nordelta; mi hermano Ezequiel es mi socio actual en el bar; mi hermano Pablo es el gerente y Charly Ronco, que es mi pareja, también me acompaña.
¿Qué significa Charly en este emprendimiento?
Charly es relacionista público y es muy importante en esta nueva etapa de mi vida. Me ayuda mucho, está atento siempre a todos los detalles, trabajando a la par mío. Es quien trabaja para posicionar mi marca, maneja mi agenda, busca relacionarme con las celebrities y fue clave para encarar el nuevo proyecto en Palermo Hollywood.
Un camino hecho a pulmón
¿Cómo empezaste con la alfarería? ¿Cuál es tu formación?
Yo tenía 12 años y mi mamá era productora de un programa de radio. Le contrataron publicidad con canje en una escuela de alfarería. Una vez por semana, 2 horas durante toda la secundaria hice la escuela de cerámica. Cursé toda la secundaria y el programa terminó en un momento, pero en el taller decidieron becarme porque, hasta que no trabajé, no tenía posibilidades económicas en mi familia para poder pagarlo.
¿Armaste tu empresa desde cero? ¿Cómo fue ese camino?
Todo lo hice desde cero. Por momentos no fue fácil, pasé momentos complicados, pero tenía la convicción y las señales suficientes para ver que mi camino era este. Trabajé durante 7 años en Alparamis, arrancando en el puesto más bajo, en el depósito, y de a poco fui ascendiendo, haciendo carrera en la empresa. Esa formación fue importante. Fue desde ahí adentro que se me ocurrió proponerles ser proveedor de la vajilla y producir para ellos al principio en consignación. Mi madre me ayudaba con la producción. Yo diseñaba las líneas completas para ellos. En el año 2006 cambiaron de gerente de compras y me pararon una orden muy grande. Mi casa estaba detonada de productos y no hubo manera de negociar para que me compren la mercadería.
Crisis, reinvención y señales
¿Creés que esa fue tu peor crisis?
Sí. Justo ese mismo año, con solo 54 años, falleció mi padre con un ACV, y ese año 2007 fue terrible. Yo lloraba y me preguntaba: ¿por qué me pasa todo esto? Tenía 23 años… Me puse a pensar opciones, porque si no hacía algo urgente, estaba muy complicado. Entrar en el Veraz era un fantasma diario, y ahí me dije: ¿qué hago con toda esta mercadería?
¿Cómo pudiste superar ese momento?
Pude conseguir un local en Paseo Las Palmas del Puerto de Frutos en Tigre, por medio de una amiga de mi mamá. Fue como mi primer entrada a la venta minorista. Después pasé a tener un local mejor ubicado.
El giro hacia la docencia
¿Cómo pasaste de vender tu producción a decidirte a dar cursos?
Siempre estuve atento a las señales y recuerdo que una de ellas fue darme cuenta de que la gente valoraba mucho cuando cambiaba las vidrieras todo el tiempo, algo que hacía para poder vender más. La gente se paraba, me preguntaba si yo enseñaba eso… Ahí me dije: “¿y si armo un espacio para tener alumnos?” Desde chico quise siempre ser profesor; tengo a mi hermano más chico en una foto con un pizarrón enseñándole. En fin, tenía el espacio, debía acondicionarlo y comprar los tornos. Me tiré a la pileta y empapelé todo de cheques. Compré 4 tornos, cerré el local de Acasusso a la calle e hice todo de cero, todo a pulmón. Después cerré el local de Puerto de Frutos que ya había cumplido un ciclo.
¿Qué respuesta tuviste con los primeros cursos?
Me acuerdo que en ese entonces mi objetivo eran 10 alumnos y con eso cubría el alquiler, que era mi pretensión para empezar. Por suerte fue un éxito, y ya antes de abrir el taller tenía 40 inscriptos. A los 3 meses eran 200 alumnos.
Formación de equipo y expansión a Nordelta
¿Cómo se dio el crecimiento y cómo fue tener que armar un equipo de profesores?
Armé mi equipo de trabajo para dar las clases, siempre sosteniendo el concepto de cuidar el trato personalizado. Las clases son de 6 a 8 personas, y cuando tuve 90 alumnos hubo que sumar 1 sala más equipada con los tornos. Esa época la recuerdo como otro punto de inflexión. Sentí que había dado en el nicho de lo que la gente buscaba y que empezaba a cambiar todo. Mi calidad de vida, la de mi familia, todo iba mejor. Lo que vino después fue un crecimiento sostenido, y actualmente, entre los 3 talleres, tenemos cerca de 600 alumnos.
¿Cómo lográs que las distintas sucursales mantengan tu impronta?
Mi rol hoy es poder llegar a visitar todas las clases como una visita especial, que ese día repasemos temas, que lleve propuestas, y es muy bueno porque la gente me espera. Siento que, al trabajar con personas, tengo que capacitar mucho a mis profesores porque no hay margen de error. No quiero que nadie se vaya mal de mis cursos.
¿Por qué llegaste a Nordelta?
Surge a través de una alumna a quien le debo mucho, Liliana Giménez, que es también mi ortodoncista. Siempre digo que es como mi hada madrina. Yo estaba en Acasusso y me dice: “Vos te tenés que ir a Nordelta porque vos vas a explotar”. Conseguí un departamento y abrí ahí hace 3 años. En 6 meses el taller colapsó. La gente de Nordelta ya tenía las fotos de los talleres de Acasusso, y eso ayudó.
Palermo Hollywood, el nuevo gran sueño
¿Cuáles son los próximos desafíos?
El proyecto que se viene es capital. Ya están abiertas las inscripciones. Es un proyecto grande. Tres pisos de 300 m² en Palermo Hollywood con un Pottery Coffee Bar y con el concepto de venta de vajilla. Esperamos inaugurar en septiembre. Estoy feliz. Llegar a capital es un sueño.
Una frase para moldear la vida
“Siempre sentí que el proceso de creación en la cerámica tiene mucha correlación con la vida misma.”
En la charla surgió tomar esta metáfora que nos regaló Nico y nos preguntamos: ¿Será que de algún modo vamos "moldeando" nuestra vida? Al pensarlo podemos sentir como si se tratara de hacer y vivir nuestra propia "colección". Tomamos los materiales que tenemos, amasamos cada momento, nos abrimos, subimos, bajamos, nos quebramos, nos acomodamos y hasta nos guardamos esperando el momento de salir a mostrar quiénes somos y lo que logramos.
Seguilo en: @nicolaspotterycursos
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