El sábado, tempranísimo, sonó mi teléfono. Quería dormir un poco más, antes de nuestro torneo de tenis intercountry, pero era mamá y no pude no responder. “¡Buen día, mi cielo! Te llamo porque tuve una idea genial para regalarle a papá por nuestro aniversario: el viaje que siempre soñó: ¡Vietnam!”, exclamó. Ese fue el primer paso para lo que sería el viaje de su vida.
Le propuse aprovechar el asado del domingo y empezar a ver posibilidades con Silvina y Lore, mis hermanas, mientras nuestros maridos se encargaban de la parrilla. A partir de ese momento, empezó una maratón de búsqueda de información para encontrar el mejor viaje para ellos. El destino era exótico y el viaje, largo. Si queríamos que todo saliera a la perfección y que lo vivieran como un verdadero festejo, nada podía quedar librado al azar.
Investigamos en Internet y con agencias conocidas, pero no nos imaginábamos a nuestros padres en un bus con otros ochocientos turistas, escuchando a esos guías monótonos que no paran de repetir cifras como cuántos caireles tiene la araña de un palacio o cuántos metros un obelisco egipcio. Todo se veía apurado y superficial, mientras que ellos preferían ritmos más lentos para empaparse de lo interesante de cada lugar, conocerlo bien o, incluso, tomarse algún día de descanso en la pileta del hotel.
Papá es un conocedor profundo de la guerra de Vietnam e imaginábamos que disfrutaría de un guía informado que le aportara material valioso y con quien, además, pudiese abordar otros temas de la cultura vietnamita. Mamá es más de hoteles maravillosos, batas y spa. Los dos, amantes de los paisajes y de las comidas típicas de cada sitio.
Lo mejor de la propuesta para nuestros padres era que estuviera diseñada a su medida, que pudieran viajar los días que quisieran sin atarse a semanas específicas, elegir los hoteles, agregar algún destino que no figurase en el plan inicial y tener un guía para ellos solos, que les facilitara cualquier necesidad. Finalmente, después de una intensa búsqueda, dimos con una agencia que nos recomendaron unos amigos.
Un mes después Clarita y Eduardo partían rumbo a Vietnam con el agregado de Camboya como la cereza del postre. Sus noticias llegaban llenas de entusiasmo con los lugares increíbles que iban conociendo, la atención y belleza de los hoteles, y lo bien que lo estaban pasando al descubrir nuevos templos, impresionantes estatuas de Buda y pueblitos quedados en el tiempo, y hasta poder disfrutar de maravillosas sesiones de masajes relajantes.
Mai House Saigon
Hotel Anatole Hanoi
Hotel Anatole Hanoi
No veíamos el momento de que volviesen para contarnos todo. A su regreso, más allá de un jet lag importante, parecían diez años más jóvenes. Disfrutamos de sus relatos y anécdotas donde se superponían los recuerdos de las parcelas de campos de arroz interminables, los mercados sobre el río Mekong, la vegetación tropical, las frutas variadas y deslumbrantes, los templos y las pagodas de techos dorados emergiendo del verde.
Ho Chi Minh - Mekong - Cai Be - Ho Chi Minh
Ho Chi Minh - Mekong - Cai Be - Ho Chi Minh
La encantadora experiencia de un crucero de dos días por la Bahía de Halong, así como la imponente ciudad de Saigon (también conocida como Ho Chi Minh), donde mamá, amante del arte francés, se deleitó con la Basílica de Notre Dame, hecha completamente de materiales llevados de Francia en siglo XIX, pero sobre todo, al reconocer el refinamiento que asoma en cada cosa, desde la arquitectura hasta la comida, donde se fusionan exquisitamente lo francés con lo asiático.
Halong Bay
Halong Bay
Halong Bay
Escuchamos a papá contar, exultante, su expedición por los túneles de Cu Chi. 200 km de laberintos excavados para atacar a los franceses en su ocupación de Indochina, que sirvieron luego como red subterránea para proteger al Vietcong, durante la guerra de Vietnam y la visita en Hanoi a la prisión Hỏa Lò, creada por los franceses en el SXIX. Se trata de un presidio escalofriante y atroz, vuelto a utilizar en la guerra de Vietnam para encarcelar, especialmente, a pilotos estadounidenses, quienes la bautizaron, irónicamente, como Hanoi Hilton, mencionada en infinidad de películas.
Anatole Hotel Hanoi
Hanoi - Da Nang
Hanoi
Camboya les ofreció la visita a los alucinantes templos de Angkor Wat y al Palacio Real, por los que circularon divertidos en un clásico tuk tuk local.
Mamá, ansiosa por hacer “compritas”, como ella dice, se tomó unas horas para abastecer las valijas de regalos para hijas, yernos y nietos, con sedas de colores increíbles, famosos cafés, chocolates vietnamitas y juguetes de todo tipo. Mientras tanto, papá se lanzaba a recorrer dos perlas de la historia reciente de ese país: la interesantísima, pero truculenta, visita del Museo del genocidio y de los campos de exterminio camboyanos, ocurridos entre 1975 y 1979, durante el gobierno de Khmer Rouge.
Más allá de los hoteles de ensueño, los traslados resueltos sin ningún tipo de inconveniente y la comodidad de contar con guías personales de habla hispana, recuerdan especialmente el descanso en las interminables playas de Da Nang (Chan May) con su arena blanca, y aguas tibias y transparentes. Además, la arquitectura mágica de la ciudadela imperial de Hue, que fuera la capital de Vietnam hasta 1945.
Da Nang - Hoi An - Da Nang
Da Nang - Hoi An - Da Nang
Da Nang - Hoi An - Da Nang
Da Nang - Hoi An - Da Nang
No solo tuvieron un aniversario inolvidable sino que, para nuestra alegría, la experiencia los entusiasmó para armar un viaje en familia, todos juntos, chicos y grandes, con la condición de dejar la organización en manos de MUNDO MBA.*
HOTELES VISITADOS:
MAI HOUSE SAIGON
ANATOLE HOTEL HANOI
THE OCEAN VILLAS
SOFITEL ANGKOR PHOKEETHRA GOLF & SPA RESORT
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